A cualquiera le sorprenderá que haya tantos alimentos originarios de España y que ahora se consuman en casi todo el mundo.
Este es el caso del Pimentón de La Vera, un tipo de polvo que vuelve la piel de color escarlata y nos hace cosquillas en las fosas nasales hasta hacernos estornudar.
publicado en LA RAZÓN.
Abre tus pulmones y tus ojos para recibir estas sensaciones:
Nuestro cuerpo recibe amplias dosis de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, calcio, hierro, magnesio, zinc, potasio, fósforo, niacina, tiamina, riboflavina, b-caroteno, licopeno, capsaicina y vitamina A, y también le hacemos un favor a nuestra vista al comerlo.
En ausencia de oro puro, hablamos de oro rojo.
Los ingleses lo llaman paprika. En nuestra tierra lo llamamos pimentón. Y se dice que el mejor de todos es el que se vende en la comarca de La Vera. Es el conocido y apetecible pimentón de la Vera.
Ya sabemos que los conquistadores españoles del siglo XVI buscaban el oro y la plata, el honor y la riqueza a toda costa, que algunos de ellos eran héroes y que otros eran verdaderos buscavidas, y que muchos de ellos eran un poco de todo. Lo que las películas no cuentan es que algunos de ellos encontraron un tipo especial de oro que era casi tan valioso como el original. Los pueblos precolombinos utilizaban este tesoro natural para casi todo, desde fines culinarios hasta para castigar a los niños. ¿Sabías que cuando un niño azteca se portaba mal, sus padres le agarraban por los tobillos y le obligaban a respirar el humo de una hoguera donde previamente habían arrojado un puñado de pimientos?
Nuestros antepasados debieron ver todo esto con el mismo asombro que los ingleses contemplan un tablao flamenco.
Y como no había oro puro, decidieron traer a España este nuevo tipo de oro rojo, picante y delicioso. Muchos de estos aventureros procedían de Extremadura (Hernán Cortés, los hermanos Pizarro, Francisco de Orellana y otros), por ello, es lógico que trajeran el pimiento a Extremadura. Al noreste de Cáceres encontraron una franja de tierra fértil donde las lluvias caían con fuerza pero no podían penetrar en los colmillos de la Sierra de Gredos, una tierra húmeda, verde e históricamente rica. Así comenzó la andadura de una de las especias más codiciadas de nuestro país.
Seco, extra seco
Los pimientos se plantan en abril y se cosechan en septiembre y octubre, cuando cambian de color de verde a rojo, cuando la pulpa se vuelve jugosa y llena de semillas, y cuando su característica forma alargada está en su punto álgido. A continuación, los pimientos se cosechan y se secan. Así que no hay mejor momento del año que éste para visitar la maravilla paisajística de esta región.
Los pimientos deben estar muy secos antes de poder molerlos en polvo. Y se secan a fuego lento en grandes hogueras que arden 24 horas al día, siete días a la semana, hasta que mirar el pimiento es casi suficiente para que se rompa. Cuando la pimienta está completamente seca, se muele hasta convertirla en polvo, se pone en el frasco y ya está. Ahora tenemos un bote de Pimentón de la Vera. Ideal para combinar con pulpo, patatas o pollo… incluso hay quien añade una cucharadita de la variedad agridulce al gazpacho: le da un delicioso sabor y un agradable tono rojizo.
Una advertencia sobre el Pimentón de La Vera:
En muchos lugares, los pimientos de La Vera se venden en tarros sin denominación de origen, aunque se vendan como tales. Hay que estar atento y comprobar la etiqueta que lo indica.
La comarca de La Vera es rica en historia. Además de conocer los secretos del pimentón, podrá visitar el Monasterio de Yuste, donde el emperador Carlos I pasó los últimos años de su vida, y un pequeño cementerio donde están enterrados decenas de soldados alemanes de las dos guerras mundiales.